Centro Cultural Helénico

En un pueblo de algún rincón del mundo El Sujeto y su mejor amigo Jean observan a un rinoceronte correr a toda prisa en frente de sus narices. ¿Era asiático o africano? ¿Tenía uno o dos cuernos? ¿Qué más da? Lo importante es saber qué hace un rinoceronte en medio de un pueblo como éste. Conforme pasan los días, aparecen más y más rinocerontes. Han visto hasta treinta y dos en la plaza del centro. Incluso, uno de ellos aplastó el gato de una pobre señora. En la oficina, Daisy, El Sujeto, Dudard y el incrédulo de Botard tienen disertaciones sobre si existen o no los rinocerontes. Todo es un caos hasta que Boeuf, un compañero del trabajo, aparece convertido en un rinoceronte, destrozando las escaleras del edificio. ¡Es él! No hay ninguna duda. Así que los rinocerontes existen. Ahora, El Sujeto debe ver a Jean para decirle que ambos tenían razón: hay un montón de rinocerontes, algunos africanos y otros asiáticos. Pero, para su sorpresa, ¡Jean se ha convertido en un rinoceronte y quiere matarlo! No queda nadie más para El Sujeto, todos se han convertido. Todos, menos Daisy, su novia y compañero de trabajo. Justo cuando él encuentra la mejor solución, (intentar repoblar el mundo escaso de humanos), Daisy también se convierte en una rinoceronte. ¿Ahora qué puede pasar? ¿Por qué todos pueden convertirse en enormes paquidermos, menos El sujeto? ¿Es preferible conservar la humanidad o convertirse en una de esas bestias? En última instancia, ¿es una decisión consciente transformarse o resulta un acto involuntario?